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HACIA UNA NUEVA CONVIVENCIA CIUDADANA

Adaptado del artículo del Dr. VICENTE ARREDONDO RAMIREZ aparecido en

Es indispensable activar la energía social para encontrar nuevas formas de convivencia ciudadana. Son muchas las personas que desean colaborar en la construcción de una nueva forma de convivencia nacional, para su propio bien y el de toda la sociedad, pero también son muchas las que necesitan despertar dentro de sí la inquietud de la corresponsabilidad social y el sentido de obligación frente al bienestar colectivo.

Todo debe iniciar por la construcción y el reforzamiento de la autoestima personal. Nadie que no se respete a sí mismo o a sí misma, y que no tenga seguridad y deseos de desarrollar su potencial humano estará en capacidad de hacer aportes positivos a la sociedad. Es importante entender que ninguna persona es superior o inferior a otra, que todos tenemos derechos y obligaciones individuales y sociales, que cada persona es única e inigualable en este planeta, y que tiene una dignidad que debe ser intocable. Las diferencias, en todo caso, se deben a que no todas las personas tienen las mismas capacidades, ni han tenido las mismas oportunidades para crecer y participar de manera constructiva en la vida social, o bien, porque la persona misma ha decidido renunciar a vivir con plenitud.

RECUPERAR EL ESPACIO Y EL TIEMPO PERSONAL Y SOCIAL

La mayor prueba de la inmadurez personal y cívica es el esperar que otros resuelvan nuestros problemas. Vivir repartiendo culpas de todo aquello que nos afecta es la mejor forma de asegurar que los problemas sigan existiendo. De ahí la importancia de que cada persona identifique su ámbito de influencia, para que con sus propios medios aporte soluciones.

El argumento tramposo de que la economía nacional depende sólo de las fuerzas del mercado internacional, y de la forma en que nos insertemos en ellas, es un claro ejemplo de cómo se induce a la inmadurez ciudadana, y se le condena a conformarse con lo que otros hagan en su favor. Para efectos de ejemplificar la idea de recuperar el espacio personal y social, pensemos en el Municipio en donde vivimos. En ese ámbito territorial y división geo-política trabajan la mayoría de los que ahí habitan, ahí se relacionan, ahí duermen, ahí se divierten, ahí nacen sus hijos e hijas, ahí se entierran los muertos. La economía real de personas reales es la que sucede en el entorno en el que viven. La economía real tiene que ver con lo que cada persona produce, comercia, ahorra, gasta, invierte y paga de impuestos.

Todo esto sucede en el tiempo real de las personas, en el aquí y ahora de cada quien, y no en la imaginación sin sustento de paraísos futuros, diseñados por teóricos e instrumentados por tecno-financieros. La verdadera economía es la que permite que todos y todas tengamos casa, vestido, sustento, empleo, educación y salud ahí en donde vivimos.

ENTENDER EL ENTORNO

Para lograr lo anterior, es necesario conocer bien nuestro entorno inmediato, y también lo que sucede más allá y que puede influir en la forma en que vivimos. Conocer el entorno es tener una radiografía de cómo opera lo económico, lo político, lo social y lo cultural. Para ello se requiere información, pero no cualquier información. Es necesario además tener esquemas mentales de análisis e interpretación de las cosas. Si no sabemos explicar el por qué suceden realmente las cosas, aunque tengamos información, no sabemos lo que realmente acontece.

TODOS Y TODAS HACEMOS ECONOMÍA

Hacer economía significa crear riqueza y satisfacer necesidades. Hay una economía buena que da como resultado el bienestar de todos los que viven en una comunidad, y hay una economía mala que sólo beneficia a unas cuantas personas. La economía de un país, de un estado o de un municipio la hacemos todos, y no sólo los que tienen empresas y negocios que producen algún bien o servicio. Al consumir o dejar de hacerlo hacemos economía. Al elegir entre un producto hecho en el extranjero y un producto hecho en el país, hacemos economía. Al gastar todo nuestro dinero, en lugar de ahorrar aunque sea un poco, estamos haciendo economía. Al desperdiciar el agua y la luz hacemos economía, al elegir un trabajo sobre otro posible hacemos economía. En resumen, todas nuestras acciones cotidianas tienen impacto económico, ya que favorecen o no a la creación del bienestar colectivo.

Una ciudadanía madura busca las formas de apoyar y estimular a las empresas, productores y comerciantes que en verdad benefician a la comunidad, creando empleos, activando la economía local, y protegiendo al medio ambiente.

TODOS Y TODAS HACEMOS POLÍTICA

Hacer política significa tomar decisiones que impactan la forma de vida de la comunidad. Hay una política buena que resulta en beneficio de todos los ciudadanos, y hay política mala que sólo beneficia a unos cuantos. La política no debe ser asunto sólo de las personas que alcanzan puestos de elección popular o que trabajan en la administración pública; mucho menos debe ser asunto exclusivo de los partidos políticos. Los ciudadanos deben participar en la toma de decisiones de todo aquello que tiene implicaciones de interés general. La democracia representativa, entendida como dejar que las personas que elegimos sean siempre y exclusivamente las que piensen y decidan por nosotros, es una fórmula muy peligrosa. Los gobernantes deben considerarse y ser considerados por nosotros como un grupo de ciudadanos que tienen el encargo de ocuparse cotidianamente de atender asuntos de interés general, pero que no pueden tomar decisiones importantes sin consulta y debate ciudadano, para con ello concensar la necesidad e implicaciones de dichas decisiones.

Es importante crear mecanismos en los ámbitos comunal, municipal, regional y nacional que permitan que los ciudadanos se informen, analicen y dialoguen sobre asuntos políticos, económicos y sociales. Esto ayudará también a que todo ciudadano entienda que no hay decisiones políticas perfectas, que toda decisión tiene costos y beneficios, y que la gobernabilidad es el resultado de compartir todo aquello que nos une, y de negociar todo aquello que nos puede desunir.En este sentido, una ciudadanía madura elige, exige y colabora con los gobernantes, ya que no puede haber buen gobierno, si no existe una buena sociedad. La convivencia ciudadana se construye en base a la confianza mutua. Hay también sanos intereses particulares que sólo se satisfacen cuando acordamos con otras personas crear un grupo informal o una institución para lograr la satisfacción de dichos intereses. El tejido social se construye con una gran diversidad de grupos con intereses afines de tipo cultural, político, económico y social. Los grupos refuerzan identidades y dan sentido de pertenencia. Las Juntas de Acción Comunal (JAC) y sus diversos Comités de Trabajo, los Grupos de Adultos Mayores, las Asociaciones de Padres de Familia, las Veedurías Ciudadanas, y las Ligas Comunales de Consumidores, etc. son escuelas no formales de cohesión, confianza y solidaridad social. (Consulte también http://fundeconsumo.blogspot.com/).

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